Se caracterizan por una proliferación pseudo-tumoral que se extiende más allá de los bordes de la herida inicial. Al contrario de las cicatrices hipertróficas, sobrepasan los márgenes de la herida, no se aplanan ni se hacen menos visibles con los años.

Una cicatriz queloide puede continuar creciendo con el tiempo, sin mostrar signo de estabilización. Empieza a desarrollarse después del cierre de la herida o años después (No sigue un patrón de crecimiento).

Las zonas anatómicas en las que con más frecuencia se presentan son los lóbulos de la oreja, cuello, hombros y esternón.

Suele presentarse como una cicatriz pruriginosa y elevada que se extiende más allá de los límites de la herida inicial.

Existen varios tipos de tratamientos, como la aplicación de medicamentos inyectados, presoterapia o cirugía. La mayoría de las cicatrices queloides tienden a recurrir después de una cirugía por lo que en ocasiones debe utilizarse radioterapia posterior a la cirugía, por lo que el tratamiento es más complejo que la cicatriz hipertrófica.